jueves, 18 de febrero de 2010

CUENTO FINALISTA DEL CONCURSO DE NAVIDAD

MI CUENTO DE NAVIDAD

La luna se veía distinta desde allí. Rodeada de árboles y con un cielo cubierto por un manto de estrellas, la soledad la contemplaba de otro modo. Miró el folio que tenía entre sus manos. Le estaba quedando muy bien el dibujo. El mismo espacio en el que ella se encontraba, pero con un niño pequeño a su izquierda y una mujer junto a un perro en el lago. Escribió a lo ancho del dibujo una frase: “Did I dream you dreamed about me?

Pensó en lo improbable de esa pregunta. Desde su punto de vista nadie pensaba en ella, solamente en sí mismo. Decidió volver a casa. Pronto sería la hora de la cena. Nochevieja era una noche importante para ella, ya que significaba el comienzo de otro año y de una nueva oportunidad, además de uniformidad familiar. Cuando entró por la puerta, su madre la recibió con un plato de langostinos listo para ser llevado a la mesa.

La noche transcurrió entre risas y gritos. Treinta personas en una habitación no ayuda mucho al silencio.

Se acerca el momento más esperado de la noche. Suenan los cuartos. Todos se ponen de pie, con las uvas y los gajos de naranja a medio camino hasta llegar a la boca.Primera uva dentro, quedan once. Última campanada y brindis. Se suceden muchos “feliz año nuevo” y algunos besos y abrazos.

Contemplando esa escena, ella se sentía feliza, viva, y, por una vez, rodeada de gente que la quería.


Carla Mena Neila (3º ESO-B)

miércoles, 17 de febrero de 2010

LIBRO-FORUM


La mayoría de vosotros ha leído el libro Maldita adolescente de María Menéndez Ponte, con la que charlaremos el próximo 4 de marzo. Esta entrada en el blog tiene como finalidad que hagáis algún comentario sobre dicho libro.

miércoles, 10 de febrero de 2010

EL LAZARILLO DE TORMES. EL JARRO DE VINO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SU AMO CIEGO.


Usaba poner cabe mí un jarrillo de vino cuando comíamos, y él muy de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas durole poco, que en los tragos conocía la falta, y, por reservar mi vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. El niño, con una paja de centeno que para aquel menester tenía hecha, metíala en la boca del jarro, chupando el vino y lo dejaba a buenas noches. Y para beber seguro, metíame el jarro entre las piernas y atapábale con las manos.
El pícaro, viendo que el remedio de paja no le aprovechaba, hizo un agujero en el suelo del jarro, y lo tapó con una delgada tortilla de cera. Se colocaba entre mis piernas, con la excusa del frío, y bebía mi vino. Y yo, ingenuo, me preguntaba por qué estaba vacío, hasta que encontré, dándole vueltas al jarro, el agujero.
- No diréis, tío, que os lo debo yo - decía - , pues no le quitáis de la mano.
Yo lo descubrí, pero, como el que calla otorga, esperé con paciencia mi venganza.
Otro día, de nuevo bajo mí, comenzó a beber. Y viendo una oportunidad para ejecutar mi venganza, y con toda mi fuerza, y la furia de la que fui capaz, con las dos manos, le tiré el jarro encima. Fue tal el golpe, que le quedé sin sentido. Pedazos de jarro metiósele en la cara y quédose sin dientes hasta hoy.
Y le está bien parecido, porque aunque ciego, tonto no soy.

Carla Mena Neila (15 años)